Tomar la determinación de tener una ocupación remunerada en conjunto con la maternidad, implica varias situaciones, tendrá que ver con el hecho se seguir siendo un soporte económico para la familia, no abandonar la profesión que logramos, incluso; unas horas de respiro fuera de casa.

A su vez se agregan complicaciones que, en mi particular punto de vista, son las que pueden hacernos flaquear cuando adquirimos la responsabilidad de salir a trabajar y dejar al hij@ en casa o en una guardería; por ejemplo: preparar lo que bebe ha de necesitar, leche materna ordeñada y lista para ingerirse, una casa más o menos habitable, lo que papá y mamá vamos a comer y vestir y se agrega un largo etcétera.

No es fácil, requiere compromiso y estar convencida de muchas cosas: es lo que quiero, puedo hacerlo y me hace feliz,  de lo contrario genera culpa, decepción y frustración, una triada explosiva que de forma inexorable nos acompaña hasta el precipicio de la neurosis.

Admiro a las mujeres que se quedan en casa, porque su trabajo no tiene hora de entrada ni de salida, es una jornada de tiempo completo con muy pocos descansos, las labores propias el hogar son desgastantes y combinarlas con el cuidado de los hijos las hace extenuantes, pero, el folclore de tener un empleo fuera de casa dificulta situaciones que deberían ser agradables para nosotras, como maquillarse, peinarse y hasta ingerir alimentos.

Algunas mamás, las primerizas frecuentemente, pensamos que si el empleo se lleva a cabo desde casa será más fácil… ¿Escucharon el grillo que cantó en el prolongado silencio de la pausa?, Yo si. No sé si sea un error, lo que he podido observar es que a menos que seas de esas madres que comulgan con la filosofía de «déjalo llorar, que no llora sangre», dicho sea de paso: no coincido con ellas; el tener al bebe a un lado exigiendo lo que le corresponde: tiempo y atención, te envolverá en un tremendo martirio. «No se puede servir a dos amos…»

Que maravilloso sería tener una guía infalible para ser mamá trabajadora fuera de casa sin morir en el intento, no la hay, pero, existen las experiencias de millones de mujeres que conllevan día a día.

Breves consejos:

-Adjudícate el tiempo necesario para acoplarte a tú bebe, por eso la ley te otorga mínimo 42 días de «incapacidad laboral». No hay prisa y es de vital importancia ese tiempo juntos, las guarderías no aceptan bebés de menor edad, por algo será.

-Un banco de leche te sacará de apuros y estarás menos inquieta si en tu lugar de trabajo no tienes la oportunidad de ordeñarte un día. Tienes 42 días para dejarlo abastecido.

-Si vives con el papá del bebe, me imagino que ya comprendieron que la vida en pareja es de dos, las labores de la casa también se deben repartir entre dos, pero si no es así, primero disfruta a tu bebe, el tiempo pasa rapidísimo y en un santiamén el bebe crecerá, aprovecha el tiempo, ya habrá oportunidad para lustrar pisos y aspirar cortinas…

-Simplifica la rutina de belleza, cabello recogido, polvo, rubor y mascara: cinco minutos, te garantizo que un día volverás a tener tiempo de pestaña postiza y peinados de salón.
-Ten a la mano la mochila del bebe lista con todas las cosas que pueda necesitar, en caso de que tengas que salir improvisadamente.

-Si un día sientes que ya no puedes más y estás a punto del desquicio: Pide ayuda! Siempre habrá alguien dispuesto a dártela.

Dra. Abril Rios