Escucho desconsolada en las platicas de «baby shower» como las mujeres que ya son madres e incluso las que nunca se han embarazado narran una historia terrorífica, donde a la actriz principal – la mamá que está por tener al bebé- está sometida a maltratos desde que llega al hospital a revisión. En la historia hay gritos de dolor, suplicas para que le quiten la sed con un poquito de agua, revisiones dolorosas y por supuesto palabras groseras que devalúan a mamá, que en mi visión del cuento es la heroína y no la villana a quien hay que destruir. Conozco esos partos, para mi pesar los he presenciado, se de lo que hablan; pero, mi realidad es diferente. Soy mujer, tuve trabajo de parto, soy ginecóloga, he atendido muchos partos y distan mucho de esas charlas de horror porque lejos de ser un trauma son hermosos, conmovedores al grado de llorar de emoción todos en la sala, no hay gritos, no hay dolor insoportable.Estamos en un ambiente cálido, en confianza, con afecto y sobre todo respetando a mamá y al bebé que está trabajando duro para nacer. En nuestro equipo de trabajo también colabora el papá del bebé, es un invitado especial que tiene tareas importantes, no solo es un accesorio más de la canastilla de regalos. Él vive el proceso y es una experiencia de valor incalculable. La historia que cuentan la señoras víctimas de un parto tan atroz tiene nombre: » violencia obstétrica». Este concepto se acuño hace pocos años y se está legislando al respecto. Parir debe ser emocionante, placentero y mágico. El parto debe ser humanizado, respetado, sensible . No debe causar miedo, mucho menos terror, es el momento más trascendental de la vida de la mujer y del ser humano que ese día se asoma al mundo. Luchemos para que las mujeres tengamos buenos partos. Dra. Abril Rios
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