Las normas sociales siempre están en constante cambio; la mayoría soy buenas, aunque, muchas veces, son una forma de entorpecer la vida.Cuando nace tu hijo, las normas sociales te hacen pasar por la tortura (sí, no exagero es una verdadera tortura…) de las visitas tras el parto, en el hospital, en casa.
Si analizáramos el por qué de esas visitas, si fuésemos a la esencia, seguramente las cosas serían muy diferentes.Entendamos que estas visitas las hacen tus seres queridos, aquellas personas que quieren compartir contigo la alegría de haber tenido un hijo. Es gente que se preocupa por ti, y por tu bienestar y que, incluso, te hace un regalo como muestra de su felicidad.Si todo esto es así, ¿Cómo puede ser que te hagan pasar por ese trance?
Tras tener un hijo, estás cansada, dolorida, con los pelos tiesos, a veces pálida y las hormonas más que revolucionadas. Acaba de llegar a tu vida un ser que requiere todo de ti, depende al 100% de ti, al que todavía no entiendes bien y con el que estás deseando compartir sus primeros momentos en paz y recogimiento. Tu pareja y tú están casi en estado de shock y no tienes tiempo para poner orden en nuestra vida ni nuestras mentes, porque tienen que estar preocupados de que en la habitación tengas chocolates, desinfectante de manos y por lo menos agua para las visitas.Sinceramente, yo, como mamá y ginecóloga que soy, de entrada, prohibiría las visitas en el hospital, esos días podrían ser claves para recuperar fuerzas, para calmarte y empezar a sentir a tu hijo, a entenderlo, a acoplarlo en la familia; no para estar repitiendo lo que ha pesado tu niño y para sonreír por más que quisieras mandar a donde primero se te ocurra a las tías de tu madre, de la vecina de tu suegra.
Peor aún; eso días tu instinto te convierte en una fiera, tu cerebro te obliga a proteger a tu cría de todo lo que pueda ser un potencial daño para él. ¡ Los flash de las cámaras!
¡Por Dios! El bebé estuvo 9 meses en oscura tranquilidad, sus ojos sufren con tal agresión.
Si yo hubiese sabido cómo me iba a sentir, si hubiese sabido como iban a transcurrir los primeros días de mi niño, las cosas habrían sido distintas, y habría impuesto férreas normas sobre el tema.Por eso, ahora, después de casi tres años de aquello, y con los muchos bebés que he recibido; me atrevo a escribir unas normas básicas que, en mi opinión, deberíamos seguir todos a la hora de hacer una visita a unos papás recientes. No son universales, seguro que no serán todas las precisas, ni las mismas para todas las familias, pero son las mías y quizás alguien se dé por aludido, y se plantee cómo y cuándo hacer este tipo de visitas – si consigo aliviar a una sola mamá de ese trance – me doy por satisfecha.
  • De entrada, NUNCA visitar en el hospital – es un momento íntimo, la mamá necesita recuperarse, descansar, acoplarse a su hijo, y el niño necesita tranquilidad, no ir de brazo en brazo como un muñequito.
  • Siempre llamar antes de hacer la visita – y si los papás sugieren (o dejan caer tímidamente) que no es un buen momento, es imperativo respetarlo – y no molestarse ¡Claro!
  • Las opiniones sobre el niño, su estado, si tiene hambre, si tiene pipí, si está muy flaquito, si está amarillo,  o si tiene sueño… para la hora de salida, para el momento de comerse a la mamá y al bebé tras la visita -GRACIAS – No hay nada más agobiante que los miles de consejos y opiniones que tiene que oír una madre primeriza, o no.
  • Evitar levantar y abrazar al bebé… la imagen de mi niño de mano en mano, escuchando los gritos de unos y otros: ¡Qué guapo! ¡Igualito al papá, no al abuelo! y querer tenerlo resguardado en brazos de mamá me pone los pelos de punta.
  • Intentar no ir perfumado con 200 colonias; con las hormonas a mil, los olores fuertes son lo peor.
  • Las visitas cortas, mejor que mejor;ya habrá tiempo de disfrutar del niño.
  • Como sugerencia, se puede proponer a los papás salir de casa, verse en algún lugar cercano a su domicilio, para que les de el aire (seguro que no han salido mucho esos días) y así evitamos tener la casa como una un centro de refugiados para recibir a los invitados. Pero, no subestimen a la mamá; si ella no quiere salir aún… Papá, amigos: lo sentimos muchos. Lo ideal es que un bebé no salga de casa en por lo menos un mes, a menos de extrema urgencia: Al bebé no le gusta ir a tomar café, ni la copa, ni los restaurantes caros, él se alimenta de leche materna ¡Y ya!.
  • Así que si la familia se recluye en casa y no quiere ver a nadie, entiendalo y respétenlo, la adaptación es difícil y cada uno lo toma como puede.
  • Usemos la empatía y el sentido común, nada de visitas a horas intempestivas para un niño, que es a partir de las 6:30 p.m., cuando se empieza con el ritual del baño, la teta y a dormir.
  • No vaya a visitar a una mamá y su bebé si están enfermos. La madre y el bebé están en estado de alteración inmunológica; los va a contagiar.
  • No bese a los bebés, menos aún en la boca.
  • No toque las manos de los bebés, ellos están conociendo el mundo a través del tacto y se llevan constantemente las manos a la boca.
  • NO opine sobre la lactancia, menos aún, si usted ni siquiera dio pecho.

 

  • Por favor, respeto y comprensión. Si ve a la mamá inquieta o apática, retírese, quizá no es el mejor momento para visitas.

Seguro que me dejo muchas en el tintero y seguro que cada familia puede crear las suyas propias.

Así me hubiese gustado que fuesen mis visitas .Unas lo fueron y otras no.

Estas son recomendaciones básicas.

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Dra. Abril Rios Alatorre.

Ginecología y Obstetricia Integral.

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